Amigos del caballo

Este tipo de enfermedades, son poco comunes en los caballos, suelen presentarse por trastornos en el crecimiento de ejemplares hasta la edad de dos años. En los adultos, suelen presentarse algunos trastornos debido a un desequilibrio alimentario. Se perciben con agrandamientos, alrededor del espolón y por encima de las rodillas o del corvejón, los cuales son producidos por inflamación de la placa de crecimiento de los potros y ejemplares de hasta un año, y en el caso de los caballos adultos se dá cuando se presenta un agrandamiento de la cabeza, debilitando y deformando los huesos.

Las razones de este tipo de trastornos varían desde deficiencias en la nutrición, los cuales pueden ser causados por traumatismos o infecciones. Esto puede explicarse de acuerdo a que el hueso no es una estructura estática o aislada de sus relaciones con las articulaciones o adhesión a los ligamentos o músculos.

El hueso se encuentra cubierto de una fina membrana conocida como periostio en la superficie externa, y en la superficie interna por el endoostio. Estas membranas moldean la forma del hueso, construyendo y destruyendo la sustancia ósea, la cual se nutre a causa de los vasos sanguíneos, formados de calcio y fósforo que se encuentran depositados en un sistema de conductos o espacios rodeados por células óseas.

Los trastornos óseos pueden percibirse en forma de bultos, pudiendo ser dolorosos, pequeños o grandes, en ocasiones producen cojera. Se les denomina espigones, huesos en anillo, superior e inferior; osículos, esparaván óseo; mataduras o protuberancias de la espinilla; osteítis pedal o como diría el veterinario exostosis o excrescencia ósea. Estas alteraciones se deben a la inflamación del periostio y al crecimiento de esta fina membrana sobre la superficie del hueso. La reacción suele extenderse a los tejidos vecinos, produciendo una hinchazón fibrosa que precede al depósito de hueso de nueva formación por debajo del revestimiento perióstico. La manifestación más típica es el desarrollo de espigones. En cuyo caso, el ligamento que une el espigón con la caña puede estar afectado, ocasionando una reacción fibrosa que se desplaza en forma visible sobre la piel en el lugar de la reacción. Transcurrido el tiempo, se desarrolla el hueso nuevo y el espigón se vuelve calloso disminuyendo gradualmente el tamaño en un largo periodo de tiempo.

Enfermedades oseas del caballo

Los espigones son producidos generalmente por fracturas en la parte más delgada del tallo óseo, produciendo un callo. El callo se fija y une la parte fracturada, al igual que ocurre cuando se fractura un hueso más largo, esto es posible siempre que los extremos se encuentren inmovilizados. Los corvejones salientes son el resultado de fracturas por sobrecarga del hueso de la cafía. Difíciles de visualizar en las radiografías, ya que suelen confundirse por su aspecto al de las grietas sobre la porcelana. No obstante, provocan una inflamación del periostio y un agrandamiento doloroso en la zona donde se encuentran. Cuando se desgarran los ligamentos el periostio puede dañarse así como las cápsulas articulares en el lugar donde se insertan en el revestimiento externo del hueso. Dando lugar a la aparición de osículos y de sesamoiditis. En cuyos casos, la reacción suele seguir siempre la misma evolución, caracterizada por calor, dolor e hinchazón locales.

En este tipo de trastornos encontramos la Artritis que es la inflamación de una articulación provocando hinchazón, calor y dolor al moverla. Las articulaciones están compuestas de diversas estructuras, pueden estar dañadas una o varias de ellas; en ocasiones los síntomas que se producen son los propios de una torcedura articular, por lo que es importante que el veterinario determine la naturaleza exacta del trastorno. Al presentarse una hinchazón dolorosa a nivel de la articulación del espolón puede deberse a una torcedura que haya afectado a la cápsula articular, a un ligamento de sustentación o a las superficies articulares.

La articulación está formada de cartílago, que es un tejido más blando que el hueso, puede remplazar células perdidas por desgaste. Cualquier proceso que dañe la superficie articular, como una infección o un traumatismo, produce una reacción inflamatoria, o artritis. La hinchazón (de la artritis), se produce por el aumento de líquido sinovial que ayuda a que la cápsula se abombe. Su consistencia es blanda y se detecta en determinados puntos que encontramos alrededor de la articulación. El área artrítica de la superficie articular es similar a una úlcera, puede curarse o se va haciendo más profunda, hasta alcanzar el hueso que se encuentra por debajo, el cual en ocasiones reacciona produciendo nuevo hueso, tratando de reparar la lesión. Empero, el nuevo hueso resulta demasiado frágil o demasiado abundante, de forma que no sirve para que se realice una reparación funcional de la articulación. Se aprecian las consecuencias en forma de excrecencias óseas que parten de la superficie articular. De éstas se desprenden pequeños fragmentos, que quedan libres en la cavidad articular y se denominan comúnmente ratones articulares.

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