Amigos del caballo

Las heridas traumáticas son todas aquellas producidas en accidentes como golpes, desgarros, cortes rectos e irregulares que se caracterizan por ser de apariencia muy variable, normalmente contaminadas, muy inflamadas, con zonas de tejido muerto (necrosis), hemorragia o coágulos y muy dolorosas. Estas pueden ser abiertas; superficiales (que incluyen piel y subcutáneo) o profundas, afectando estructuras ligamentosas, tendinosas, musculares, vasos sanguíneos, nervios e incluso articulaciones y huesos. Algunas heridas son cerradas (golpes o contusiones) pudiendo contener en su interior coágulos y tejido muerto o desvitalizado.

Antes de hablar del manejo de estas heridas, es necesario hacer un comentario general sobre el proceso de cicatrización, el cual no es más que las diferentes etapas por las que pasa un tejido lesionado hasta su total curación; a saber, tenemos: Inflamación, Limpieza, Reparación y Maduración.
Estas fases no se dan por separado sino que son eventos simultáneos que se sobreponen unos a otros en la medida que la cicatrización se lleva a cabo.

Fases de las heridas

Fase Inflamatoria

Puede durar de 4 a 6 horas. En ella se dan cambios vasculares que previenen o reducen la perdida de sangre y le abren camino a las células inmunológicas (glóbulos blancos) como una primera línea de defensa contra sustancias extrañas. En esta fase se liberan sustancias químicas que producen los signos clásicos de dolor.

Fase de Limpieza

Se presenta entre 6 y 12 horas después de ocurrida la herida y se caracteriza por un aumento de estas células inmunológicas (glóbulos blancos) para luchar contra bacterias y otras sustancias contaminantes con el fin de prevenir una potencial infección.

Fase de Reparación

Inicia después de 12 horas de ocurrida la herida y dura aproximadamente 15 días (tiempo en el que se alcanza la máxima resistencia de la herida), este se caracteriza por la formación de tejido de granulación (tejido irregular en forma de "gránulos" de color rosado a rojo intenso que va creciendo de adentro hacia afuera) sobre el cual se regenerara la nueva piel (epitelización).

Fase de Maduración

Se describe como la organización del tejido colágeno y la formación de la cicatriz. Esta última posee una resistencia y flexibilidad menor en comparación con los tejidos sanos (normales).

Factores que determinan el tratamiento

Existen varios factores que determinan el tipo de tratamiento de una herida traumática. La naturaleza de la herida, el estado de salud del animal, el tiempo transcurrido antes de ser atendida la lesión y el grado de contaminación.
La naturaleza de la herida se refiere a las dimensiones y ubicación que hacen difícil poder unir los bordes libres con alguna sutura. Los desgarros promueven grandes pérdidas de tejido y si sumamos a esto una herida ubicada por debajo de la rodilla o corvejón seguramente no se podrá realizar dicha sutura.

El grado de contaminación tal vez sea el elemento más determinante entre el éxito y el fracaso del tratamiento de una herida traumática. Si una herida se mantiene contaminada, esta desarrollará una infección y la cicatrización se verá comprometida. Si la herida va a ser suturada, el objetivo principal del tratamiento de urgencias debe estar dirigido hacia una limpieza y desinfección vigorosa con el fin de reducir la contaminación; sin embargo, de no poder hacerse, es preferible dejar la herida abierta para que cicatrice por segunda intención (es decir, que la herida va a cerrar por si sola sin necesidad de suturarla).

El estado del animal se refiere principalmente a su condición corporal; así tenemos que animales mal nutridos, parasitados, descompensados, delgados y débiles requerirán de atenciones especiales y la cicatrización de la herida se verá retardada.
El tiempo transcurrido antes de ser atendida la lesión determinará si la herida puede suturarse o no. A este tiempo se le conoce como "período de oro" y se calcula entre 6 y 8 horas después de ocurrida la herida. Después de ese tiempo, las probabilidades de éxito en el cierre de la herida con sutura decrecen rápidamente.

La cicatrización por segunda intención deja en muchas ocasiones cicatrices irregulares. Estas no deben de ser un dolor de cabeza ya que muchas de ellas pueden corregirse quirúrgicamente, otras pueden tratarse por algunas semanas con cremas que modifican la apariencia y disimulan muy bien el defecto.

Lavar la herida

Se ha descrito que la mejor forma de lavar una herida es usando agua limpia y solución jabonosa de yodo; luego la desinfección con solución de yodo al 0,1%. Dicha solución se prepara de forma práctica agregando 5 ml de yodo solución (Povidine o Betadine solución al 10%) en 500 ml de solución salina estéril (Cloruro de Sodio # 16).

La solución resultante debe aplicarse a presión utilizando una pequeña bomba de lavado (Water Pick) o en su defecto con una jeringa de 60 ml y una aguja calibre 18 a una distancia de 10 a 15 cm. de la herida (personalmente esta técnica es la que más uso y con muy buenos resultados).

En muchas ocasiones se observa el uso del Agua Oxigenada para desinfectar una herida contaminada; sin embargo, el peróxido de hidrógeno al 3% (agua oxigenada) no es un agente antimicrobiano muy efectivo y destruye el esfuerzo que está haciendo el organismo en los estadios iniciales del proceso de cicatrización. Otro error que se comete con frecuencia en el tratamiento de heridas es el uso de corticosteroides. Si bien, ellos tienen efecto antiinflamatorio, también inhiben en mayor o menor grado al sistema inmunológico predisponiendo la herida a potenciales infecciones y retardando la cicatrización.

Que se hace después de limpiar la herida

Pues esto dependerá del tipo de herida y de su ubicación. Por regla general, toda herida que cicatrice por segunda intención debe ser vendada; en especial si se ubica en miembros ya que se está más cerca del suelo y de potenciales contaminantes. Con los vendajes se cometen 2 errores frecuentes; el primero relacionado con la frecuencia y el segundo con el retirado y aplicación del nuevo vendaje.

Los vendajes deben ser cambiados cada 48 o 72 horas, no todos los días y mucho menos varias veces al día ya que los cambios continuos no permiten que el tejido avance en la cicatrización ni dejan trabajar las pomadas o ungüentos que se deben colocar sobre la herida. Al retirar los vendajes se debe trabajar con delicadeza ya que el tejido de granulación en formación se desprende con facilidad. En mi práctica, aplico abundante agua limpia con solución yodada para remover áreas del vendaje que pudieran adherirse por las secreciones, luego limpio y desinfecto antes de aplicar los ungüentos y vendar nuevamente.

El vendaje suele estar compuesto por apositos de gasa que envuelven en su interior algodón hipoalergénico, cubierto por una venda elástica de nylon o algodón no descartable. Si las posibilidades económicas del propietario lo permiten utilizo las vendas autoadhesivas Cobán® de la 3M, descartables.

El tipo de crema o ungüento a usar dependerá del tipo de herida que estemos tratando. En mi práctica utilizo pomadas y cremas a base de Nitrofurazona o Sulfadiazina de Plata si lo que quiero es promover tejido de granulación, Sulfato de Cobre o Perclorato de Hierro si lo que quiero es controlar la proliferación de tejido fibroso o “carnigón”.

Siempre utilizo fuera de las heridas cualquier ungüento a base de Lindano o Aceite de Pino como repelente de moscas para evitar cualquier miasis (gusaneras en la herida) y en ocasiones; si la herida es muy extensa, lo aplico sobre el vendaje.

En el caso de heridas cerradas o abiertas parcialmente suturadas es conveniente incluir uno o más drenajes para promover el lavado natural de la herida, dejándolo por un período de 3 a 5 días. Sin embargo, si el tipo de drenaje es de 2 vías para lavado continuo o periódico, entonces pudieran dejarse por más tiempo.

En todo tratamiento de heridas traumáticas debe considerarse la aplicación sistémica (intramuscular o endovenosa) de antibióticos y antiinflamatorios NO ESTEROIDEOS. El tiempo y dosificaciones dependerán del estado del animal, tipo de lesión y grado de contaminación.

Autor: Médico Veterinario Lucas Rusz

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